Biofilm - Bioseguridad

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19min0

Fernando Sanagustín

Fernando Laguna e I. C. Dto. técnico de ZIX

(Biocidas Biodegradables Zix)

 

La bioseguridad tiene muchas definiciones posibles y todas son acertadas. Por dar una que nos pueda servir de base para el desarrollo de todos sus aspectos sería: La aplicación de controles y medidas de salud e higiene, para prevenir la introducción y propagación de enfermedades infecciosas.

Debemos de ser conscientes de que inicialmente existen 2 tipos de bioseguridad: pasiva y activa.

Por bioseguridad pasiva entenderemos que es la que viene dada por la situación geográfica en que se encuentre la explotación. Los principales factores serían: los vientos dominantes, la presencia de bosques o de zonas con agua (canales, ríos, lagos), la climatología, la existencia de vías de comunicación y frecuencia del tránsito, la existencia de instalaciones de interés sanitario (granjas, mataderos, fábricas de pienso, vertederos), la densidad ganadera y la problemática sanitaria de la zona.

La bioseguridad activa será la que practiquemos dentro de los límites de nuestra explotación. Los principales factores serían: el vallado, el control y desinfección de la entrada de personas, vehículos, animales y materiales, los silos y almacenes, el agua, el pienso, la DDD, la higiene del personal, los programas vacunales y farmacológicos, la eliminación de cadáveres y gallinaza, formación del personal, etc…

Por seguir un orden fácilmente entendible, de fuera hacia adentro, la bioseguridad se podría compartimentalizar en tres grandes áreas generales: el aislamiento del exterior, el control del tráfico con el exterior y también el interno y la sanidad e higiene.

  • El aislamiento de nuestras ponedoras del exterior es fundamental y básico. Si por distintos métodos o medidas reducimos la introducción de enfermedades, nos estamos facilitando de manera extraordinaria el trabajo a realizar en bioseguridad en etapas posteriores. Este aislamiento se complica actualmente con el incremento del número de instalaciones en que las aves tienen acceso al exterior. Por extensión, esta idea de aislamiento también debería de aplicarse a las distintas naves de producción dentro de una misma explotación.
  • El control del tráfico de la granja no solo se refiere a los vehículos, sino que incluimos en este tráfico, las personas, los útiles, materiales, maquinaria, agua, pienso y los animales. De esta manera es esencial el control del tráfico desde fuera de la explotación, hacia el interior. Este debe ser restringido al mínimo posible. Pero también es importante controlar el tráfico interno que se da entre distintas naves de la explotación. Es importante el orden de las visitas que se realizan debido a factores como el estado sanitario, la edad de los animales, el estado de producción, etc…
  • La última gran área denominada de forma general sanidad e higiene, incluye un sinfín del resto de factores que tienen incidencia en la posibilidad de la aparición de procesos patológicos.
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En el concepto de bioseguridad, además de las distintas clasificaciones de las actividades que engloba, hay que tener en cuenta algunas consideraciones básicas y lógicas que son las que dan sentido y mantienen de forma efectiva estas prácticas:

  • Es la base para la prevención de enfermedades, por lo tanto, es un proceso continuo que no puede ser interrumpido en ningún momento. Permite aumentar la producción y el rendimiento económico de nuestra explotación y es el método más barato y efectivo para el control de las enfermedades, por ello debe ser considerada una inversión y no un gasto.
  • Tiene evidentes ventajas en la patología clínica y subclínica. Solo la patología subclínica puede incrementar los costes de producción entre un 15-20%. Además, supone un valor añadido para la comercialización de los productos por el aspecto de garantía sanitaria para los consumidores.
  • En bioseguridad existen tres factores básicos de transmisión, los animales, las personas y los vehículos y además es preciso distinguir entre zonas sucias y zonas limpias, para evitar las contaminaciones cruzadas y la medida todo dentro, todo fuera, siempre es acertada.
  • Es necesario realizar el vacío sanitario, pues con ello se interrumpen los ciclos biológicos de los patógenos. El vacío sanitario será cuando no permanecen los animales y las instalaciones se han vaciado, lavado, desinfectado, desinsectado y desratizado.
  • Un plan de bioseguridad debe ser muy sencillo, entendible por todos los trabajadores de la granja, completo, práctico y flexible. No tiene límite y no basta con implantar unas normas y ejecutarlas, hay que verificarlas y corregirlas conforme vaya siendo necesario. Tiene que existir una retroalimentación de información con el objetivo de mejorar los procesos.
  • Es una herramienta que debe ser implementada y practicada a todos los niveles dentro de las granjas avícolas y para ello es esencial una buena formación y sobre todo una buena mentalización por parte del operario que la realiza. Es decir, se requiere una buena aptitud (formación) unido a la actitud (ganas).
  • Tiene que ser considerada como elemento estratégico por la dirección de la empresa. Si esto no sucede se queda como un tema secundario y por ende poco importante. Al mismo tiempo esa estrategia tiene que materializarse en acciones concretas con un plan muy claro de desarrollo.
  • Es un beneficio a largo plazo. No tiene una recompensa inmediata en la producción avícola. Normalmente las personas nos preocupamos por el beneficio inmediato por el efecto asociativo entre acción de bioseguridad y respuesta sanitaria o productiva. No nos va a dar los beneficios en el día a día, sino en el largo plazo. Esta es la razón por la que muchos avicultores consideran un coste y no una inversión.

La bioseguridad es una cadena, si falla un eslabón, falla toda la cadena.

Finalmente, un plan de bioseguridad que quiera ser efectivo debe cumplir:

  • Estar definidos los objetivos y las responsabilidades
  • Asignar las responsabilidades a cada trabajador
  • Supervisar las responsabilidades asignadas
  • Aislamiento de la granja frente a patógenos
  • Debe ser ajustado según cambien las circunstancias, al menos anualmente
  • Control de todo lo anterior

Todos los aspectos citados anteriormente son muy importantes y sería muy extenso su tratamiento uno por uno, por ello nos centraremos en la importancia de la L+D (limpieza + desinfección), los circuitos de agua y brevemente en el tema del equipo humano.

La limpieza y posterior desinfección de superficies, materiales, sistemas de agua, almacenamiento de alimentos y su realización por parte del equipo de operarios, es un tema rutinario, del que se trata poco, por obvio y que ha quedado relegado por otros temas de bioseguridad, aparentemente más importantes.

Su realización no es cuestionada y es común en todos los planes de bioseguridad. Sin embargo, me gustaría resaltar que la limpieza y desinfección son operaciones fundamentales que normalmente se realizan por personal poco preparado, sin supervisión y sin respetar los tiempos o los pasos previstos. La supervisión de estas operaciones o la realización de algunos controles por parte del personal responsable de forma exhaustiva y sin aviso previo, revelaría importantes fallos en estas operaciones tan básicas.

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Podríamos descubrir, por ejemplo, que no se aplican las dosis correctas de desinfectantes, que hay operaciones que se han dejado de realizar, y que puede encontrarse suciedad observable a simple vista tras haber finalizado todo el proceso de L+D.

Durante el periodo de vacío de la nave se deben de llevar a cabo una serie de tareas:

  • Eliminar la gallinaza, los animales muertos y los restos de materia orgánica, y alejarlos lo antes posible fuera de la explotación
  • Sacar el material desmontable fuera de la nave para su limpieza
  • Retirar el pienso sobrante
  • Vaciado de los circuitos de agua
  • Barrido de la nave, eliminación del polvo y limpieza en seco de paredes, techos e instalaciones, así como tratamiento por calor del material como jaulas e instalaciones
  • Limpieza del sistema de aireación, ventiladores, paneles de refrigeración, conductos, etc…
  • Lavado con agua y detergente. El utilizar agua caliente en combinación con un sistema de presión facilita la eliminación de materia orgánica
  • Aclarar el detergente antes de que seque y eliminar el agua retenida y sobrante
  • Aplicar el desinfectante mediante pulverización con las protecciones de seguridad correspondientes para el personal aplicador
  • Limpiar con detergente y desinfectante todo el material desmontado
  • Desinfectar el circuito de agua, depósitos, tuberías, dosificadoras y bebederos
  • Realizar una limpieza de los exteriores y aplicar un herbicida y una desinfección
  • Aplicar el plan de desinsectación y desratización previsto durante todo el periodo de vacío

Es conveniente realizar una segunda desinfección mediante nebulización, justo antes de la entrada de los animales nuevamente.

Conviene incidir sobre la importancia del lavado con detergente puesto que, con él, eliminamos la mayor parte de la materia orgánica.

Para dar algunas cifras que permitan la cuantificación de la importancia de este paso, en la gráfica adjunta se recogen las cargas microbianas que podemos encontrar en una granja de gallinas ponedoras en diferentes momentos:

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Si consideramos además la persistencia de los organismos patógenos fuera de las aves, que están acantonados en los residuos o simplemente en el polvo nos encontramos con la siguiente situación:

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El saltarse el paso de la limpieza en seco y la aplicación de un detergente, hace que cualquier desinfectante aplicado posteriormente sea menos efectivo puesto que interfiere con la materia orgánica por las siguientes razones:

  • Recubre los patógenos y evita el contacto con los desinfectantes
  • Forma enlaces químicos con los desinfectantes haciéndolos inactivos contra los patógenos
  • Reacciona químicamente y neutraliza su actividad contra los patógenos

Resumiendo: todos los desinfectantes van a interactuar con la materia orgánica presente disminuyendo su eficacia. En definitiva, la importancia de una buena limpieza y desinfección se basa en ocho beneficios que obtendremos si son correctamente realizadas:

  • El control de enfermedades
  • La reducción del uso de antibióticos
  • La reducción del riesgo de zoonosis
  • La mejora de la calidad del huevo
  • El aumento de la puesta
  • La reducción de los costes de producción
  • Mayor seguridad alimentaria para los consumidores
  • Mayor valor añadido del huevo

Para finalizar con el tema de la limpieza y desinfección, recalcar que el proceso no acaba con la última desinfección. Es necesaria la verificación, por ello se deben normalizar la toma de unas muestras de superficie y de ambiente para comprobar la efectividad del proceso de limpieza y desinfección. Estas muestras se tomarían al inicio y al final del proceso, y de su resultado se derivarán modificaciones o no, de los protocolos correspondientes e incluso, si es necesaria, la repetición del procedimiento de L+D.

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Otro gran olvidado en estos procedimientos es la limpieza de los circuitos de agua. El vaciado de los mismos suele ser frecuente, pero la limpieza de bebederos y sobre todo de depósitos suele realizarse pocas veces. Su limpieza evita que los patógenos que hayan quedado resguardados en el biofilm colonicen inmediatamente de nuevo lote de ponedoras y se repitan los mismos procesos patológicos.

No solamente sería necesario un tratamiento de los circuitos durante el vacío sanitario, sino que se debería hacer un tratamiento en continuo para evitar le recolonización de las tuberías por el biofilm. Al igual que en la limpieza y desinfección, la verificación es esencial y se puede realizar su control fácilmente mediante tiras colorimétricas de peróxidos.

Comentar, por último, que con respecto al equipo humano que lleva a cabo todas las operaciones anteriores, nos guste o no, dependemos de él para la correcta realización de los trabajos. A pesar de ello, es un factor que casi nunca se considera y que puede predeterminar el resultado de las operaciones. La combinación de una buena formación, motivación del personal, una excelente comunicación con ellos, mejorarían la actitud y la aptitud de todos los trabajadores de la granja:

  • Formar a los empleados para solucionar los problemas menores
  • Comentar los datos de productividad para que entiendan la relación de esta con las buenas prácticas de bioseguridad
  • Mantener un programa de formación continuo en bioseguridad a distintos niveles de capacitación
  • Escuchar e intercambiar ideas sobre el manejo de las ponedoras
  • Finalmente, el control de todos los procesos nos sirve de modelo continuo de aprendizaje

 

Para cualquier duda consulta con nuestros Servicios Técnicos de ZIX: [email protected]

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Rafael Arlegui

Jefe de producto de ganadería- HYPRED

 

A estas alturas, prácticamente todo el mundo tiene asumida la importancia de la desinfección del agua que llega del exterior a la entrada de la explotación; pero, ¿existe la misma sensibilidad con los depósitos que albergan dicha agua y las tuberías que la conducen hasta los animales?

Las tuberías de las granjas, incluso los propios depósitos, son un medio al que raras veces se accede y en que las condiciones son muy diferentes de las que encontramos en el exterior. Nos sorprenderíamos de lo que se puede llegar a observar si introdujéramos por ellas una cámara endoscópica, como se hace a menudo en la industria alimentaria.

En ocasiones se pueden encontrar reducciones y estenosis de la luz por la presencia de incrustaciones debidas a la cal, desde simples acúmulos de materia orgánica, hasta esa sustancia mucosa y gelatinosa que a veces llega incluso a obstruir totalmente los conductos.

La aparición de ese moco gelatinoso está muchas veces ligada a la formación del propio biofilm, que le sirve de base; aunque conviene distinguir entre ellos, pues, aunque a veces se llame biofilm a todo, no son lo mismo.

El biofilm se forma por acúmulos de bacterias y otros microorganismos que construyen a su alrededor todo un entramado de exopolisacáridos muy complejo que los envuelve y protege del ataque de antibióticos y desinfectantes. El biofilm es microscópico y no se ve pero, en ocasiones, cuando se desarrolla más y sobre él se asienta mayor cantidad de materia orgánica, puede llegar a generarse toda esa sustancia gelatinosa que ya es macroscópica y evidente. Llegados a este punto, ya no se puede hablar de biofilm, sino de suciedad pura y dura.

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Eliminación de la contaminación en una tubería. Foto Hypcam – Hypred

Un biofilm puede formarse en prácticamente cualquier superficie por limpia que parezca. Por ejemplo, su eliminación es algo que complica muchísimo al personal sanitario de las unidades de cuidados intensivos en materiales tan críticos como el interior de los tubos endoscópicos; siendo responsable de no pocas infecciones nosocomiales que se dan en los hospitales.

Como se ha comentado, el biofilm es una proliferación de microorganismos y su aparición se ve favorecida por las incrustaciones debidas a la cal presente en las aguas duras y que le sirven de asiento, así como por la temperatura, la presencia de materia orgánica, etc. También favorecen su formación, y la del propio moco, los restos precipitados de los tratamientos con antibióticos y algunos de sus excipientes, ciertos ácidos orgánicos que se emplean como promotores y otros tratamientos que se hacen vía agua. Con todo esto, es fácil imaginar cómo el interior de las tuberías de las granjas es un ambiente más que propicio para su proliferación.

Al margen del taponamiento en sí de las tuberías, que puede llegar a dejar a los animales sin beber, todos estos acúmulos en las tuberías y depósitos comportan otros riesgos de tipo microbiológico y de seguridad alimentaria. Los primeros por el riesgo de infección en los animales y los segundos porque pueden aparecer contaminaciones cruzadas con los siguientes lotes de animales.

Los riesgos microbiológicos vienen dados por dos factores. El primero es que, siendo materia orgánica, la presencia de este biofilm y moco contribuye a la inactivación de los desinfectantes antes de tiempo en el interior de la línea. Es por esto que muchas veces nos encontramos que no llega producto activo al final y no aparece residual del mismo y, lo que es peor, el agua sigue contaminada. Esto es porque el desinfectante se va consumiendo al entrar en contacto con toda esta materia. Se podría decir que se va gastando, lo que implica que no se asegura una adecuada desinfección del agua consumida por los animales y la eliminación de los potenciales patógenos que esta pueda contener.

El segundo factor de riesgo es que este biofilm puede llegar a desprenderse de la tubería y ser vehiculado con el agua, bien a otro punto de la tubería, donde generará una nueva colonia, o incluso al propio bebedero con el consiguiente riesgo de infección para el animal que ingiera el agua que lo contiene; pues no hay que olvidar que en el interior de su matriz alberga infinidad de microorganismos de todo tipo, virus, bacterias, hongos, etc.

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Tubería con gran acúmulo de materia en la luz. Foto Hypcam – Hypred.

El otro riesgo, el de la seguridad alimentaria, es un factor que hay que tener muy en cuenta a la hora de llevar a cabo el mantenimiento de las líneas de bebida y la eliminación de los residuos de tratamientos que hayan podido quedar en ellas, ya sean de antibióticos u otras medicaciones.

El agua de bebida puede hacer un efecto de lavado sobre las tuberías y arrastrar estos restos desprendiéndolos de la tubería y vehiculándolos hasta la boca del animal; lo que implica el riesgo de aparición de residuos en la carne u otros productos de origen animal cuando, teóricamente, ese lote de animales no estaba recibiendo tratamiento alguno.

Para hacernos una idea del estado general de las conducciones, el indicador más sencillo que puede emplear es el uso de detectores de residual del desinfectante que esté empleando para el agua. Unas simples tiras reactivas pueden resultar de gran utilidad. Si a la dosificación habitual se comienza a observar un descenso de la presencia de residual al final de la línea, se puede empezar a sospechar que se está inactivando en el interior de la tubería y esta es una posible razón para ello.

Igualmente, el realizar análisis periódicos de agua es una medida más que recomendable para monitorizar el estado y salubridad de la misma tomando las muestras en diferentes puntos de la explotación; más cerca y más alejados del punto de tratamiento.

Por todo esto, las tuberías y depósitos deben considerarse como una parte esencial más en el vacío sanitario y asegurarnos de dejar limpio y desinfectado su interior entre los diferentes lotes de animales. Para ello se deben emplear productos que no solo desinfecten, sino que sean además capaces de retirar también toda la materia orgánica formada, es decir, han de tener capacidad de detergencia y de emulsión de esa materia; así como de eliminar los depósitos de cal que sirven de asiento al biofilm.

No se debe confiar esta parte del vacío sanitario solamente a un desinfectante por sí solo, pues esta sustancia mucosa es capaz de inactivarlos y resistir su acción. Es el mismo caso que cualquier otra superficie de la granja, donde antes de la desinfección se ha de realizar una buena limpieza previa, solo que esta es de peor acceso que el resto.

Lo ideal sería establecer un sistema de recirculación cerrando el circuito. Se trata de aprovechar la acción mecánica ejercida por efecto del flujo turbulento que se genera por la recirculación en el interior de la tubería; del mismo modo que se hace en las industrias alimentarias o en los circuitos de las máquinas de ordeño. Como esto habitualmente no es posible, se ha de recurrir al aumento de la concentración del producto y del tiempo de contacto con el interior de la tubería.

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A menudo la suciedad se decanta y acumula en la parte más inferior. Foto Hypcam – Hypred.

En cuanto al tipo de productos a emplear, lo primero es considerar el tipo de restos que se pretende eliminar. En el caso de materia orgánica, como es el caso de la sustancia gelatinosa, lo ideal es emplear productos detergentes de carácter alcalino.

Igual que con la materia orgánica de cualquier otra superficie de la explotación. En este caso han de ser capaces de emulsionar la materia orgánica sin dañar las superficies sobre las que se ponen en contacto, además de no generar demasiada espuma en la luz para facilitar el posterior aclarado. Si lo que tenemos en el interior son depósitos de cal, se habrá de emplear detergentes ácidos para eliminar esos depósitos calcáreos; en este caso también teniendo en cuenta el tipo de material de que está hecha la tubería y controlando la generación de espuma.

Así en un primer ataque, lo ideal sería combinar ambos productos, ácidos y alcalinos, para retornar las tuberías a su estado inicial de cuando se instalaron. Posteriormente, y en sucesivas ocasiones, se puede hacer en primer lugar una limpieza con un detergente alcalino con alta capacidad secuestrante que nos prevenga a la vez de nuevas incrustaciones de cal y finalizar desinfectando con ácido peracético que, además de luchar contra las incrustaciones, es efectivo contra el biofilm.

El mantenimiento rutinario en cada vacío sanitario es la mejor medida para mantener las tuberías en óptimas condiciones entre diferentes lotes de animales.

Lo mismo ocurre con los depósitos de agua y los depósitos para tratamientos medicamentosos, en los que la salida del agua suele estar situada un poco por encima de la base, por lo que siempre quedan restos de agua con el consiguiente depósito de restos precipitados; siendo de gran importancia eliminar dichos restos medicamentos y residuos orgánicos por completo tras cada tratamiento y entre lotes de animales.

Hay que tener presente que la bioseguridad no solo supone el evitar la entrada de patógenos del exterior, sino el evitar que estos se extiendan por la explotación, así como las contaminaciones cruzadas dentro de la misma.